En el centro de China, específicamente en el distrito de Lintong, Xi'an (Shaanxi), reposa un enigmático mausoleo con una antigüedad de 2.200 años, que alberga la tumba del primer emperador de China, Qin Shi Huang, el cual se mantiene cerrado desafiando la curiosidad de los arqueólogos debido a los peligros potenciales que podrían ocultarse en su interior.
Qin Shi Huang, quien gobernó desde el 221 al 210 a.C. y fue pionero en la unificación de China, se encuentra protegido por la majestuosidad del Ejército de Terracota, un conjunto imponente de esculturas erigido para velar por el emperador incluso más allá de la muerte.
Aunque se han realizado investigaciones en distintas áreas del mausoleo, la tumba permanece sellada, ya que los expertos en arqueología temen que cualquier intento de excavación podría causar daños irreparables y comprometer información histórica invaluable.
Las técnicas de excavación actuales, al ser invasivas, implican un riesgo considerable de perjudicar de manera irreversible el sitio, por lo que la decisión se inclina hacia la preservación.
Sin embargo, más allá de los riesgos de daño por una excavación precipitada, los arqueólogos también están inquietos por las leyendas de trampas mortales que podrían aguardar a los intrusos. Estas leyendas se basan en las narraciones del antiguo historiador chino Sima Qian, quien, alrededor de un siglo después de la muerte del emperador, describió posibles mecanismos trampa ocultos en el interior de la tumba.
Según los investigadores, los artesanos elaboraron trampas como ballestas y flechas listas para disparar a quienes intentaran acceder, junto con un intrincado sistema de mercurio que simulaba ríos y mares en movimiento.
Aunque algunos expertos consideran estas descripciones como fantasiosas, un estudio efectuado en 2020 halló concentraciones sumamente elevadas de mercurio en los alrededores de la tumba, corroborando antiguos registros que indican que la tumba nunca fue abierta ni saqueada.
Qin Shi Huang, un emperador imponente y ambicioso con una obsesión por hallar la inmortalidad, se cree que consumía mercurio, una práctica que posiblemente contribuyó a su muerte a la temprana edad de 49 años, según informes de la BBC.
Por el momento, el sepulcro de Qin Shi Huang permanece herméticamente sellado, sin embargo, con los avances científicos, existe la posibilidad de que en el futuro se logre desvelar, de manera segura, los enigmas que han estado protegidos durante más de dos milenios.